jueves, 5 de mayo de 2011

Tomándome un recreo en el 242, mi cabeza empezaba a relajar cuando un debate se postró sobre mis pocas neuronas vivas después de una infinita y pesada clase de Metodología de la Enseñanza.
El tema era buscar un punto entre lo estructurado y escrupuloso, y lo liberal y expresivo. Ok, miles de ideas llovieron en nuestros bancos. Pero sacando este debate del aula, se me viene a la cabeza miles de preguntas. ¿Por qué todo tiene un orden?, ¿quién lo impuso?, ¿nadie se opuso?, ¿siempre hay que seguir pautas?, ¿por qué no pensamos en relajar y dejar que las cosas fluyan?, ¿se puede salir de cuadrado vicioso para entrar en un círculo infinito?.
Siempre es más cómodo y mejor seguir un orden, las probabilidades de equivocarse son menos y además cuanto más estructurado sea lo que queremos hacer, mejor saldrá.
Es un punto de vista demasiado objetivo. Pero si pensamos en cambiar y nos animamos a arriesgarnos, a equivocarnos, creo que la cosa sería mucho más divertida y las experiencias se multiplicarían por mil.
Y es eso a lo que quiero llegar. Arriesgarse. Equivocarse. Volver a empezar con otras locuras. No tener miedo (ni al ridículo). Expresarnos, sacar el fuego que hay adentro de cada uno. Liberarse de los demás y de una misma. No hay que temer al cambio.
Ser como nosotros queremos y no como quieren.
Es quizás una utopía. Pero si empezamos a creer en ella, la realidad puede cambiar.
Nosotros podemos cambiar.


Be Free.